7 de febrero de 2011

UNA LECCION DE DOMIGO


         
Ayer a mi sobrinito se le ocurrió que nos compráramos unos dulces que tenían de regalo un tatuaje de esos que se pegan con agua, así que la tía complaciente va y los compra y hay vamos los dos rudos tatuados con un gatito y una mariposita muy monos nosotros demostrando nuestra rudeza con cuanto ser se nos atraviesa incluido el perico y el perro, hasta posábamos rudamente para las fotos del recuerdo, fuimos a la laguna encantada (luego les presumo ese hermosoooo lugar), y en una de nuestras visitas al sanitario vimos a un tipo tatuado esperando en el baño y mientras nosotros hacíamos lo mismo mi chiquilín no le quitaba la vista de encima y muy tímidamente le presumió su tatuaje, el señor voltio y le dijo que se veían bien pero que no se hiciera aretes porque esos en las peleas te los arrancan y sangran, fue hasta que nos hablo cuando nos dimos cuenta que estaba  borracho, pero en ese momento se desocuparon los baños, cosa que yo agradecí, así que pase al baño y deje a mi chiquilín con mi prima afuera, cuál fue mi sorpresa que cuando salí del baño me pregunto mi prima ¿qué le hiciste?, porque me pidió que le quitara el tatuaje que hace 10 minutos presumía orgullosamente, cuando le pregunte el ¿por qué? me dijo que su maestro no le deja llevar tatuajes y que no quería que su maestro se enojara, me sorprendió mucho la reacción que tuvo, nadie le negó las cosas o le dijo algo, él solito se dio cuenta que era algo que no quería, que hermosa lección me dio.

3 comentarios:

  1. menuda lección!!!
    felíz tarde brillante luciernaga!

    ResponderEliminar
  2. no dijo que no lo queria... dijo que tenia miedo del maestro, ojo con ese maestro jaja

    ResponderEliminar
  3. Pasando a saludarte...

    Los pequeños nos enseñan tanto!! Qué ternura...

    ResponderEliminar